Nahuahtlizando la novelística
de infiernos, paraísos y rupturas de estereotipos en las prácticas discursivas decoloniales
Palabras clave:
Reseña, Novela, Género literrario, DecolonialidadResumen
En este trabajo, Arias recoge el fenómeno de la novelística escrita en lenguas indígenas precisamente por representar, en los espacios escriturales, algunas de las complejidades y contradicciones mayores, como ya ha indicado en una serie de artículos previos apuntando en dirección de un libro sobre la novelística indígena del continente. A diferencia de la poesía, el cuento, o incluso el teatro, nadie puede argumentar que el género novelesco tuviera alguna presencia o raigambre en el mundo pre-hispánico. Es un producto eminentemente occidental, pese a sus manifestaciones anteriores en la China. Sin embargo, su entrada y su circulación como producto cultural en ámbitos indígenas es exclusivamente de corte occidental. Las novelas ingresaron, casi en todo el continente, desde principios del siglo diecinueve, proviniendo de España, Portugal, Francia e Inglaterra, principalmente. Estamos en efecto confrontando pues, en la producción novelística, lo que Mignolo denominó "border gnosis", relativamente análogo a la liminalidad de Bhabha, ese pasaje intersticial entre dos formas diferentes de producción de sentido, de universos simbólicos, de patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad. Estas categorías se asemejan a la noción maya-k'iche'de "tz'ib'," que en la mayoría de lenguas mayas contemporáneas es la raíz de "escribir," sea alfabética o jeroglíficamente. Asimismo, se emparenta con lo que Silvia Rivera Cusicanqui ha denominado "ch'ixi, algo que es y no es a la vez". Según esta autora, la simultaneidad inherente en el término lleva una tensión constante que fomenta el proceso de renovación, en vez de impedirlo. Todas estas categorías se articulan, a su vez, con algo muy similar a lo cual Bajtín desde mucho antes había ya denominado heteroglosia lingüística para la especificidad del género novelesco. El artículo persigue a su vez una metodología decolonial, reconociendo que la colonialidad es constitutiva de la modernidad y que sin colonialidad no hay modernidad, como lo han argumentado Walter Mignolo, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel o Catherine Walsh, entre otros. Sin embargo, sus reflexiones epistémicas permanecen aún en buena medida como indicadoras de una dirección a seguir, más que como vislumbradoras de un punto de llegada.